martes, 31 de mayo de 2011

La Caracas posible, en Los Palos Grandes

Foto de la Galería de Rumba Caracas


Lo que yo estaba pensando se hizo realidad: Un editorial del diario El Nacional sobre una tarde de paseo en Los Palos Grandes, mi entorno, que suscribo completamente:

El llamado provocador y provocante para que se unieran los comercios de la urbanización Los Palos Grandes con los intelectuales y el público resultó esta vez un éxito rotundo que, desde ya, garantiza la continuidad de esta convocatoria abierta y hermosa. Abierta porque la participación activa de la gente en las reuniones y conversatorios fue un elemento permanente y sorpresivo, y hermosa porque desde hace años no sentíamos ese vigor del público en la calle, ávido de cultura y de ganas de encontrarse con los creadores.

Caracas guarda buenos recuerdos de este tipo de actividades durante la democracia en las cuales la cultura tomaba la calle y movía la ciudad en función de las propuestas más atrevidas.

La poesía llegó a concentrar tanta gente en los recitales que se volvió una necesidad inesperada en un país que, según algunos, "no lee".

Pues bien, este sábado en Los Palos Grandes esta afirmación negativa (¿oficialista, acaso?) de que ellos representan al pueblo de Caracas quedó demolida y reducida a cenizas. La gente de todas las edades y procedente de todos los municipios capitalinos se movilizaron en Metro, busetas o vehículos particulares hacia la zona cultural que la alcaldía de Chacao había diseñado con paciencia y sobre la base de la experiencia del año pasado.

La propuesta funcionó, y los ríos de gente caminando en la tarde y la noche sin temor por las calles de Los Palos Grandes transformaron espiritualmente a todos los que acudieron a la cita. Sintieron que era posible recorrer las avenidas sin el temor de ser asaltados y despojados de sus pertenencias. Recobraron ese antiguo placer de apreciar la noche que, con la llegada del régimen militar, ha ido desapareciendo hasta convertirse en una prohibición para toda la ciudadanía.

El hecho de ver ríos de gente caminar tranquilos por la calle en horas de la noche fue un shock general y una lección clara y determinante: los sitios de convivencia en Caracas son posibles y deben ser progresivamente rescatados.

Las personas que acudieron a la convocatoria cultural no sólo sintieron que estaban seguros, sino que se acercaban con escasas barreras a los escritores, músicos, articulistas, artistas plásticos, humoristas y chefs que tanto admiran no sólo por la calidad de sus escritos sino también por su posición valiente y rotunda ante la tragedia política que nos retrocede.

Nada de esto hubiera sido posible sin la increíble voluntad y desprendimiento de decenas de comercios que aceptaron el reto, ofrecieron sus locales para lecturas, escenarios musicales o catas de vino o chocolates, o conversatorios con poetas, narradores y humoristas. Pero la directora de orquesta y la que hizo que todo funcionara bien fue Valentina Maninat, acompañada de una imprescindible mujer de la cultura en Chacao, Diana López.

lunes, 30 de mayo de 2011

Fruto Vivas: sería una locura meter más viviendas en Caracas


Por Delzuyl Lamas Vargas | Quinto Día

La Gran Misión Vivienda Venezuela es un proyecto y una promesa del Gobierno venezolano de resolver el problema habitacional que existe en el país, y que ha colapsado con las continuas lluvias de los últimos meses.

El arquitecto Fruto Vivas, quien tiene una experiencia en éste campo de más de cincuenta años (arquitecto del Museo de Arte de Caracas, el club Táchira en Bello Monte, entre otros) maneja un criterio diferente de lo que es la verdadera solución a éste problema en el país.

“Tras este programa de vivienda habrá un enorme negocio de las empresas constructoras, que son el sector más corrupto del país, y que no beneficiarán al hombre”

El arquitecto aclaró que hasta ahora conoce de la Misión lo que se ha publicado a través de los medios, y le gustaría que existiera un libro o manual explicativo, ya que le preocupan algunas afirmaciones que se han hecho. Entre ellas, la aseveración del gobierno de que “habrá dos millones de viviendas construidas en seis años”.

Para consolidar esa promesa, tendrían que construirse 913 viviendas por día, hecho que Vivas ve poco factible, tomando en cuenta que en Venezuela hay una crisis de cemento; debido a esto, instó a los asesores del Presidente de la República a que investiguen si realmente se cuenta con el material necesario para ejecutar dicho plan.

Por otra parte, considera como un total absurdo la posibilidad de hacer otra ciudad dentro de Caracas como lo dijo el ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas, Farruco Sesto. Ya que la capital está colapsada por los vehículos, los barrios, la falta de agua, entre otros males. “Me da pena como profesional de la arquitectura oír declaraciones irreflexivas sobre hacer viviendas en Caracas” comentó.

Desde su amplio conocimiento sobre Caracas y a su juicio, el arquitecto asegura que la capital no resiste más viviendas, no hay condiciones para que los niños hagan deporte, no hay suficientes áreas verdes, meter más viviendas sería una locura. El problema en Venezuela no es la vivienda como objeto material, sino la pobreza, y la productividad.

Considera que aunque en el país hay una formación social, que apunta a la organización popular, sigue funcionando el sistema capitalista, en el cual, a su criterio el problema de la vivienda no tiene solución. Y vislumbra que tras este programa de vivienda habrá un enorme negocio de las empresas constructoras, que son el sector más corrupto del país, y que no beneficiarán al hombre.

Propone soluciones Basándose en el juicio antes mencionado sobre la verdadera problemática del país (la superación de la pobreza), Vivas comenta que quisiera tener vínculos que no tiene con el Estado para hacer una serie de recomendaciones que considera viables para resolver el problema de la vivienda y complementar la Misión.

“Morirse de hambre en una casa nueva es también morirse de hambre”, ésta frase resume la teoría del arquitecto, que se basa en el hecho de que, darle una casa a un individuo no es la solución; sino que la efectiva salida a los problemas del venezolano, es ayudarle y brindarle las herramientas necesarias para que sea productivo y pueda superar la pobreza.

Vivas planteó un proyecto y tiene varios escritos que se resumen en tres títulos, Plan de superación de la pobreza para crear condiciones óptimas de vida, La tecnología de la necesidad e Ideas para una Caracas posible. Hasta ahora no se han puesto en práctica en el país, hecho que lamenta mucho. La idea fundamental, es que el Estado promueva y organice al individuo en sociedad para que pueda construir su propia vivienda, y a su vez hacer de ésta un lugar productivo.

El ve como solución “crear riqueza social, darle condiciones de vida estables a la gente pobre para que pueda comprar su comida, becar a sus hijos, tener una buena salud, golpear de frente la delincuencia y las drogas”.

En su escrito Ideas para una Caracas posible, Vivas recomienda una serie de cambios, que probablemente ayudarían en la evolución del país. En el tema de la vivienda se pueden destacar:

- La creación de viviendas productivas.
-Creación de centros de producción de materiales de construcción totalmente administrados por la comunidad.
-Capacitación de la población en las áreas productivas.
-Enseñar a la gente a amarrar viviendas inestables en casos de sismos..

Habiendo explicado todas éstas cosas, el afamado arquitecto asegura que si no se resuelve el problema de la productividad en Venezuela no se habrá hecho absolutamente nada con dar una casa.El objetivo de la Misión de solucionarle al pueblo la problemática de la vivienda es bueno, pero debe ir mucho más allá de la entrega o la remodelación de una casa como objeto, la vivienda es donde habita la gente, donde convive la sociedad y se forman las ciudades..

En cuanto a los comentarios de algunos sectores que oponen al gobierno, sobre la Mision Vivienda como una herramienta para obtener votos, Vivas comenta que todos los gobiernos han usado la vivienda como publicidad, sin embargo, acota que las soluciones a tan grande problemática debieron proponerse hace doce años.

Fruto Vivas se puso reiteradamente a la orden del Estado para colaborar con la mejora de Venezuela (uno de los países más ricos del planeta) con una propuesta que consiste en crear el pueblo constructor. Y ofreció su tecnología de maderas y acero, probada hace más de 30 años en grandes números de construcciones.

“Se deben poner en manos del pueblo las facilidades para que sea él mismo quien construya sus viviendas, supervisado por el gobierno, eliminando todos los negocios sucios que se generan con la zamurada de las empresas constructoras” concluyó.
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martes, 3 de mayo de 2011

La ignorancia de hoy en día, por Massimo Pigliucci


Una reflexión sobre el pensamiento crítico en la actualidad. La paradoja de la ignorancia inundada de información.

La ignorancia es la raíz de todos los males, según Platón, que también nos dio una definición aún actual de su opuesto, el conocimiento, como “creencia verdadera y justificada”. Merece la pena considerarla al reflexionar sobre los peligros de la ignorancia en el siglo XXI.

Platón pensaba que deben cumplirse tres condiciones para que podamos “saber” algo: la noción en cuestión debe ser cierta, tenemos que creerla (porque si no creemos que algo que es verdad, difícilmente podemos decir que lo sabemos) y, lo más sutil, debe estar justificada: debe haber razones por las cuales creemos que es verdadera.

Veamos algo que todos pensamos que sabemos: la tierra es (aproximadamente) redonda. Esto es tan cierto como pueden demostrarlo los hechos astronómicos, sobre todo porque hemos enviado satélites artificiales en órbita y observado que el planeta es, efectivamente, de formas redondeadas. La mayoría de nosotros (a excepción de unos pocos lunáticos que defienden el que la Tierra es plana) también creemos que así es.

¿Qué ocurre con la justificación de esa creencia? ¿Cómo respondería usted si alguien le pregunta por qué cree que la tierra es redonda?

El lugar obvio para comenzar sería apuntar a las imágenes de satélite antes mencionadas, pero nuestro escéptico interlocutor podría preguntar razonablemente si usted sabe cómo se las obtuvo. A menos que sea usted un experto en ingeniería espacial y software de imágenes, es posible que en ese punto se vea en dificultades .

Por supuesto, podría recurrir a razones más tradicionales para creer en una tierra redonda, como el hecho de que nuestro planeta proyecta una sombra redondeada sobre la Luna durante los eclipses lunares. Naturalmente, usted tendría que estar en condiciones de explicar -en caso de objeción- qué es un eclipse y cómo lo sabe. Ya ve a dónde nos puede llevar esto: si empujamos lo suficiente, en el sentido platónico la mayoría de nosotros no sabe realmente mucho de nada. En otras palabras, somos mucho más ignorantes de lo que pensamos.´

Sócrates, maestro de Platón, irritó a las autoridades atenienses al sostener que era más sabio que el Oráculo de Delfos (que afirmaba ser cénit de la sabiduría) porque, a diferencia de la mayoría de las personas (incluidas las autoridades de Atenas), sabía que no sabía nada. Si la humildad de Sócrates era sincera o una broma secreta a expensas de los poderes fácticos (antes de dichos poderes le quitaran la vida tras cansarse de su irreverencia), el punto es que el principio de la sabiduría reside en el reconocimiento de lo poco que sabemos en realidad.

Lo cual me lleva a la paradoja de la ignorancia en nuestra época: por un lado, constantemente nos llueven opiniones de expertos, todo tipo de personas que -con o sin doctorado tras su nombre- nos dicen exactamente qué pensar (aunque rara vez por qué hemos de pensar). Por otro lado, la mayoría de nosotros somos completamente ineptos en la práctica del venerable y vital arte de la detección de tonterías (o, más cortésmente, el pensamiento crítico), tan necesario en la sociedad moderna.

Podemos pensar en la paradoja de otra manera: vivimos en una época en que el conocimiento -en el sentido de la información- está constantemente disponible en tiempo real a través de computadoras, teléfonos inteligentes, tabletas electrónicas y lectores de libros. Y, sin embargo, todavía carecemos de las habilidades básicas para reflexionar sobre esa información, para tamizar la tierra para encontrar las pepitas dignas de valor. Somos masas ignorantes inundadas de información.

Por supuesto, es posible que la humanidad siempre haya sufrido de escasez de pensamiento crítico. Por eso seguimos permitiendo que se nos trate de convencer de apoyar guerras injustas (por no mencionar el morir en ellas), o votar por personas cuyo trabajo principal parece ser acumular tanta riqueza para los ricos como les sea posible. También eso puede explicar por qué tanta gente se deja engañar por “médicos” homeópatas que les venden costosísimas píldoras de azúcar y por qué seguimos el consejo de famosos del espectáculo (en lugar de médicos reales) sobre si es conveniente vacunar a nuestros hijos.

Sin embargo, la necesidad de pensamiento crítico nunca ha sido tan urgente como en la era de Internet. Por lo menos en los países desarrollados -pero cada vez más en los subdesarrollados también- el problema ya no es el acceso a la información, sino la falta de capacidad de procesarla y darle sentido.

Desafortunadamente, es improbable que las universidades, las escuelas de educación secundaria e incluso las elementales tomen la iniciativa de incorporar cursos de introducción al pensamiento crítico. La educación se ha transformado cada vez más en un sistema de mercancías en que se mantiene satisfechos a los “clientes” (antes conocidos como alumnos) con planes de estudio personalizados, mientras se los prepara para el mercado laboral (en lugar de recibir preparación para convertirse en seres humanos y ciudadanos responsables).

Esto puede y debe cambiar, pero para ello se requiere un movimiento de base que utilice blogs, revistas y periódicos en línea, clubes de lectura y espacios de encuentro, y cualquier otro recurso que pueda contribuir a la promoción de oportunidades de desarrollo de habilidades de pensamiento crítico. Después de todo, sabemos que lo que está en juego es nuestro futuro.

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Massimo Pigliucci es profesor de filosofía del Centro de Estudios Superiores de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (The Graduate Center – CUNY).

Copyright: Project Syndicate/Institute for Human Sciences, 2011.
www.project-syndicate.org
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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