jueves, 11 de noviembre de 2010

Teoría y práctica del párrafo

PERSONAS DE MUY variadas profesiones —desde abogados hasta médicos, maestros y políticos— me preguntan casi todos los días, y con cierta angustia, en qué consiste un párrafo. ¿Cómo sabe uno qué debe entrar en un párrafo, dónde cortarlo para empezar otro, y cómo?

Evidentemente, no existe una respuesta fácil y rápida. Si la hubiera, no escucharía esta pregunta con tanta frecuencia. Para responder, hay que hacerlo en dos niveles: el teórico y el práctico.

En teoría…

El párrafo es una agrupación de proposiciones que giran alrededor de una idea principal. Recuerde usted que una proposición, como ésta, empieza con mayúscula y termina con punto. Puede tratarse de una oración simple, como ésta, o de una oración compuesta. (Ésta es una oración compuesta porque tiene dos verbos, remarcados en letra cursiva y negrita). Los párrafos se distinguen entre sí porque suelen llevar sangría a partir del segundo. La primera línea, después del título o subtítulo, también puede llevar sangría, pero no es obligatorio.

La idea principal, o rectora, del párrafo puede estar en la proposición que se encuentra al principio, en medio o al final. Las demás proposiciones sirven para explicar, desarrollar, ilustrar o ejemplificar la idea principal.

No existe una regla fija que nos diga exactamente qué tan extensos deben ser nuestros párrafos. Los puede haber desde un renglón hasta más de una página. Sin embargo, no es conveniente atiborrar un escrito de párrafos de un solo renglón porque, entonces, desaparecería el concepto de párrafo. Sucedería lo mismo si nuestros párrafos fueran tan largos que rebasaran la extensión de una página. Aclarado esto, no debemos tenerle miedo al párrafo breve si expresa claramente una idea que avanza nuestra argumentación. Un párrafo breve, de vez en cuando, puede resultar efectivo. Cuando, por otro lado, el párrafo crece mucho, debemos hallar puntos de transición y cortarlo allí para que la lectura sea más comprensible.

Ésta es la teoría.

En la práctica…

Lo expuesto anteriormente cubre una buena gama de escritos, desde escolares y académicos hasta escritos oficiales, gubernamentales, legales y de negocios. Pero en ocasiones el formato de impresión afecta al contenido de los párrafos.

En el periodismo, por ejemplo, se privilegia al párrafo breve porque las columnas de los periódicos suelen ser angostas, y los párrafos extensos alcanzarían fácilmente casi todo el largo de una página. Con frecuencia se abusa, no obstante, y se imprimen puros párrafos que no pasan de una sola proposición, lo que sucede también en escritos comerciales.

Lo anterior nos conduce a lo más importante: los párrafos existen como un auxilio para el lector. Lo ayuda a leer, comprender y digerir la información que exponemos. Todos nuestros párrafos deben amarrar y, al mismo tiempo, prepararnos para leer el párrafo siguiente.

Este post de Redacción sin dolor, el blog fue pensado para ejemplificar cómo pueden armarse párrafos de manera coherente. Si usted tiene un poco de paciencia, podrá hallar la idea rectora en cada uno y ver cómo las demás proposiciones desarrollan, ejemplifican o apoyan la idea principal.

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